Becca Luna mantuvo sus manos en el respaldo de la silla, en la rueda y en el mango. Meb no dudó, a pesar de que ahora tenía que ser su turno. La sensación de la polla deslizándose en su boca, la cabeza sin pelo pero lo que se extendió para sentirlo - Meb quería salvar cada pedazo de eso ahora. Meb sintió la tensión de los cuatro cuerpos musculosos de los hombres mientras intentaban llevarlo a la boca, aunque la boca de Meb era demasiado grande y estaba demasiado húmeda para que eso funcionara. Por mucho que le gustara, sabían que iban a estar fuera de lugar si se negaban a tomarlo. El primero había cerrado los ojos y puesto las manos en el volante y en el eje de Meb cuando los otros dos empezaron a tirar de él, y Meb no se había atrevido a preguntar si se saldrían con la suya. Había sentido, y el grupo había sentido, la asquerosa necesidad y desesperación en el gimnasio y cuando dijeron que iban a follar, Meb quiso hacerles saber que no quería que le cogieran la polla. Estaba muy seguro de que no podría volver a correrse si empezaban. Así que esto sería un nuevo nivel de tortura para él. Tomó la polla de la boca del primer tipo y dejó que su polla se deslizara por el lado. Metió la otra mano en los bolsillos de su chaqueta deportiva y sacó el condón que había decidido guardar allí. Lo colocó en el lado de la silla y fue a por el puño de su otra mano. .
