Las mariquitas temblaban, me miraban y abrían la boca. Pasé mis dedos a lo largo de su cola y luego los acerqué a su boca y los chupé y los enrollé en la raja de su coño. La vi abrir los ojos y luego decidí que era hora de parar. Las mariquitas sonreían y se subían a sus rodillas, lo que me hizo sonrojar y casi hundir mi polla en ella con uno de mis propios dedos en su culo. Las mariquitas me observaron durante unos segundos y luego con sus manos en mis caderas, doblé mis rodillas ligeramente y presioné mi polla contra su apertura. Las mariquitas la tomaron y se empujaron hacia adelante hasta que yo entré en ella. Las mariquitas gruñían y apretaban sus músculos vaginales y comenzaban a llegar al clímax en serio. Después de un minuto de cogerla intensamente, su coño se apretó y me apretó con cierta intensidad, aunque las mariquitas no hicieron ningún sonido. Las mariquitas bajaron lentamente y empezaron a meterme su clítoris en la boca y luego empezaron a moverse de nuevo hacia arriba y abajo sobre mí, levantando su coño arriba y abajo a un ritmo que me excitaba. Sus jugos comenzaron a gotear por mi cara y luego en mi entrepierna. Las mariquitas se apartaron de mí y mantuvieron sus manos en mis caderas y me permitieron follarla de nuevo. Me incliné hacia adelante y empecé a lamer sus labios del coño con mi lengua mientras dejaba que mi lengua se deslizara entre sus pliegues apretados. Las mariquitas se quejaron y se sentaron y nos besamos de nuevo, pero esta vez en francés. .