Alisebae gruñía y se retorcía un poco, sus dedos de vez en cuando se deslizaban en mi culo y me agitaban, mientras yo jugaba con su coño a través de la tela de su minivestido desgarrado. Ambos salimos de la niebla de un orgasmo y fuimos a nuestras respectivas habitaciones, yo me metía en un pequeño consolador para poder follarla mientras ella estaba tumbada de espaldas, y Alisebae se metía en una silla y me sacaba la erección para poder follarme al estilo perrito. Habíamos terminado en el dormitorio de los chicos, pero no entramos en el de las chicas, así que volvimos a nuestro cuarto, Alisebae teniendo más que suficiente privacidad y yo sintiéndome un poco culpable por ser tan pervertido. Nos sentamos en el borde de mi cama, con Alisebae a su espalda, jadeando, mientras yo me puse a horcajadas sobre su cuerpo y deslizaba lentamente mi erección en su vagina. Seguí frotando suavemente mi eje contra ella, pero Alisebae no parecía tener ninguna prisa en particular, y de hecho, parecía estar disfrutando. Pasamos casi dos horas en completo calor, besándonos, acariciándonos y ocasionalmente acariciándonos. Entonces Alisebae dijo que se sentía un poco mal, así que fuimos al baño e hicimos un trato. Ella se bajó con sólo un ligero codazo, y yo pude mantener mi erección dentro de ella por el resto de la noche, mientras que Alisebae se levantó y se limpió...