Tuvo que apartar la vista de ella, para permanecer sentada, porque Diamond Blond podía sentir una repentina y fuerte sensación de tirón en su frente. "Oh oh", Diamond Blond lloró mientras sentía que su lengua se deslizaba en su cálido coño. La oí gritar: "¡Oh, mierda! Oh, mierda, oh, mierda, oh, mierda!" El dolor, el palpitar, la vergüenza, todo eso corriendo por su corazón. Diamond Blond me miró y me dijo: "¿Vas a ayudarme?" Sonreí y miré mi polla otra vez antes de sentarme detrás de ella en el sofá. Me posicioné en un ángulo un poco incómodo, así que estaba por encima de su coño y de su culo. Pasé mis manos sobre la parte trasera plana de sus muslos, sobre su culo, sobre el suave acolchado de las mejillas de su culo, sobre los largos muslos que sobresalían de los huesos de su cadera, sobre los gruesos muslos de su culo, sobre los grandes labios que besaban la parte trasera de sus muslos. Mi aliento llegaba a tragos poco profundos mientras mis manos viajaban por su culo, por la parte interior de sus muslos. Había un hilo de humedad que corría por su trasero. Agarré una de sus muñecas, la sostuve en su lugar y le susurré al oído: "Tu trasero es tan hermoso y suave, y quiero que abras tus piernas para mí...".