Elena Alina 1982 era parte de nuestro equipo, algunos de sus compañeros estaban mirando. Una ligera bofetada en la cara. Me sorprendió mucho y me encendió. Se sentía tan bien ser una puta, ser reducida a eso. Por mucho que quisiera que me cogiera, estaba impaciente, y estaba llegando a sus límites. Me mordí el labio inferior, tratando de contener más lágrimas. Estaba tan desesperado, y podía sentir que se acercaba al clímax, y en sus empujes finales podía sentir su tensión deslizarse fuera de mí. Quería dejar que me cogiera, pero no había ningún lugar donde ponerlo. Me empujó a la cama y se subió encima de mí. Me acosté de espaldas y él se sentó a horcajadas sobre mí. La cama estaba a una pulgada del suelo. Subí las rodillas hasta el pecho. Respiró hondo, me metió debajo de los vaqueros y empezó a bajarme la cremallera. Mi polla estaba muy mojada. Alcanzó mi polla, y su cabeza siguió mi hermosa polla. Lentamente me bajó hasta la cama, y sentí que se deslizaba dentro de mí. Podía sentir lo grande que era. Mi orgasmo explotó. Grité, sintiendo que se clavaba en mí. El plan había funcionado. Dejé caer mi cabeza. Estaba jadeando por aire. Poco a poco, me sacó la polla y me la volvió a meter. Metí mis caderas en él, dejándole sentir lo grande y duro que era. Quería darle un espectáculo, hacer que se corriera tan fuerte. Me tenía sobre las rodillas, y se estaba follando mi coño, con las pelotas al fondo. Empecé a temblar...
