Lanaloren parecía querer disciplinar a su esclavo de una manera inusual para una domme. Eva sabía que Lanaloren no se iba a alejar de su amante esta vez. Lanaloren se volvió muy posesivo con su amante. Lanaloren le dijo que atara las muñecas de Eva al marco de la cama para evitar que se escapara. Eva, queriendo mostrarle a su amante que Lanaloren la tenía en control, comenzó a correr. Los azotes, el dolor, la humillación y la humillación que Lanaloren había experimentado este día antes de arrodillarse a adorar esos clavos. Estaba tan excitada que Lanaloren pudo fácilmente seguir eyaculando aunque sabía que sería castigada con otra paliza. Sabiendo cuánta humillación tendría que soportar, Eva hizo todo lo posible para sacar a su amante y esperó hasta que la Señora Lanaloren se desnudó completamente. Cuando la señora Lanaloren tomó el lugar de su amante en la cama, su coño estaba mojado. Su blusa y su sostén estaban desabrochados y sus pezones duros y erguidos. Lanaloren se arrodilló junto a su esclava hasta que Eva pudo sentir sus labios en su raja. Eva sabía que la Señora Lanaloren iba a lamerla. Lanaloren pudo sentirlo y supo que iba a estar caliente. Después de un par de minutos de lamer a su ama, comenzó a lamer su sexo de arriba a abajo. Con el sabor a semen llenando su boca, Eva supo que ese sería su destino. Eva se quedaría allí hasta que la Señora Lanaloren terminara con ella. Eva se dio cuenta de que esta sería la última vez que Lanaloren estaría bajo su control. .
