Se está corriendo, ya sabes. No sólo un poco, sino un montón. Goteando de tu coño como si fuera una corrida por última vez. "Espera", digo. "Es hora de ir a casa. "Con un último beso y otro (y estoy usando mi mano derecha, ya que ahora está libre, para bombear mis dedos dentro y fuera de su coño en verdadera posición de misionero, similar a como lo hacías antes, con mis dedos entrando en ella y tirando de ella dentro y fuera. ) Lizmreow se recuesta y yo me retiro de ella. Me quitó la mayor parte de la fricción de mis bolas, pero si paso la punta de mis dedos por su coño, hay restos de su semen en el interior de sus muslos. Sonrío y me quedo ahí parado. Viendo cómo sus labios y su garganta se empapan de su propio semen pegajoso. Saco mi mano y limpio las últimas gotas de semen de su boca con mi pulgar. Lizmreow se levanta para cambiarse y se retira de la cama, para mi ligera molestia. Y tampoco se corren en la cama delante de mí. Y nada de corridas en los calzoncillos, tampoco. "Grosero", digo, molesto. "Agradece que saliste de allí con vida. No te comiste mis sesos ni dejaste tu firma en mi pito. De hecho, el hecho de que salieras vivo de allí es más sorprendente que cualquier cosa que hayas logrado aquí. Todo porque sabía que intentarías hacer una escapada. Y si hubieras vuelto a tiempo, no habría tenido que aplastar tu cara contra el marco de la puerta y chupar hasta la última gota de tu semen antes de que tuvieras la oportunidad de poner un pie en tu dormitorio...