Msadams me obligó a lamer su semen de su nariz y a escupirme en la boca. Luego me cogió otra vez con su otra polla y me cogió con su enorme polla hasta que yo estaba exhausto, me desmayé, me desmayé y me desperté por la horrible llamada que había hecho durante la noche. Me cogió seis veces más mientras Msadams hacía que mis ojos se volvieran a poner en blanco para que pareciera que estaba teniendo un ataque. Msadams me inmovilizó la cabeza para que no pudiera moverme y finalmente me llevó a su casa en mi propio coche. Me encadenaron a una silla, me drogaron y violaron mientras Msadams me acompañaba en sus contracciones. También me llevaron a buscar agua congelada. No tuve elección en el asunto. Cuando Msadams terminó le pedí que llamara a la policía y que trajera un consejero para que nos reuniéramos esa mañana. Había uno. Msadams me tomó la palabra y empezó a mover las cosas hacia adelante al principio. Pero a medida que pasaba el tiempo, sentí que las cosas se ponían cada vez peor. Siempre estaba sujeta a abuso mental y emocional, y la sensación era como si estuviera atrapada en un bucle temporal. No había ninguna cantidad de dinero en el mundo que hiciera sentir a Msadams como si estuviera recibiendo algo a cambio de toda la miseria por la que me hizo pasar. Cada día Msadams llamaba. Todos los días llamaría. Todos los días decía que no. A veces pensaba en ayudarme a mí mismo, pero mi voluntad no me lo permitía. La necesitaba...