Anya Fox parecía una especie de aparato sexual de su sexo. No la dejaba mostrarle sus tetas, sólo se trataba de mostrarle el tipo de pecho equivocado para mostrarle. Ahora tenía que ser muy cuidadoso para no cometer ningún error. Incluso caminando, no en la rama de un árbol, sino en el pavimento. Y cuando el sudor fluía de su frente mientras caminaba por el camino, tan caliente que derretía su blusa, pero no su sostén. En la calle, tenía que caminar con los brazos en mallas, exponiendo cada pocos centímetros de carne desde su pecho hasta su ombligo. Podía sentir los ojos de su madre sobre él, el odio dentro de su boca, pero su aliento era más caliente de lo que él podía soportar. También sintió su coño en el latido de su corazón, la estúpida, no, la estúpida puta que necesitaba ser castigada, estaba babeando sus jugos en sus bragas. Apenas podía respirar, su pecho estaba lleno de sudor. Un fino hilo de sudor goteaba desde el culo de sus pantalones cortos, acumulándose en la mejilla de su culo. Sus piernas a ambos lados de él comenzaron a acercarse, su pierna se dobló bajo la de él. Él estaba temblando con un escalofrío creciente...