Temblaba y sollozaba de dolor pero su cuerpo sabía que la Zorra Ardiente tenía que aguantar. "Sí... sí, puedes hacerlo... si tienes tu fuerza..." La voz de Okaa-san apenas por encima de un susurro cayó sobre ella. Sus dientes castañeteaban pero no importaba. La Zorra Ardiente abrió sus anchas caderas y apretó los labios de su coño con fuerza. "Okaa-san... por favor..." La Zorra Ardiente se las arregló para graznar entre los maullidos. Sintió un pequeño alivio de que su virginidad fuera recompensada por la Zorra Ardiente. En realidad, la Zorra Ardiente se había estado preguntando si tendría un orgasmo. Zorra Ardiente sabía que eso era imposible, ya que la otra chica se había corrido y comido, pero esto se sentía diferente. Esta tenía que ganarse. "Acumula en tu pecho, gatita. Sé tu propia hierba gatera para mí. "Okaa-san pareció olvidarse del dedo en su trasero que le había empujado en el instante en que Zorra Ardiente soltó un gemido. Su cuerpo tembló en el suelo, negándose a mantener las rodillas en alto. Su coño se empapó en el dulce líquido que se acumuló a su alrededor y la Zorra Ardiente sintió otro pequeño ardor de placer mientras se empujaba con más fuerza. "Te ayudará a relajarte si haces eso, ¿no crees?" La Zorra Ardiente se agarró los muslos y se los pasó por la cabeza. .