Klementinagirl me estaba montando, moviendo mis caderas como un loco y no me importaba lo que estaba pasando. Me encantaba ser sumiso, así que me levanté para usar el baño y me subí a la cama de la Señora Y. Eso le permitió a Mistress M volver a ponerme los calzoncillos. Con mi ropa interior quitada me deslicé de la silla y me arrodillé en el suelo. "Basta", me dijo Mistress Y y volvió a su agujero de gloria. "Me voy a correr otra vez. "Por favor", supliqué. "Por favor, déjame correrte. "Quédate donde estás", ordenó Mistress Y y Klementinagirl ajustó la punta de su consolador bulboso para que tocara mi necesitado gilipollas. "Sabes que lo harás", le prometí. Klementinagirl me jorobó más fuerte. "No te correrás hasta que yo te lo diga", dijo Klementinagirl con voz severa. "Ve a poner tu boca en mi polla. Corre mientras te cojo. "Era tan caliente... Su consolador era tan jodidamente grueso y blanco que me frotaba tan profundamente, como me hizo la Ama Y. La sensación de tener mi boca sumisa tomando unos centímetros de polla vibrante y comenzando a girarla, luego comenzando a dar vueltas y a retorcerse, como me hacía Mistress Y, era muy caliente. Mistress M empezó a montarme más furiosamente e incluso empezó a rechinarme las caderas mientras Klementinagirl iba más rápido. Miré mi boca sumisa en la polla de Mistress Y, sintiendo que me preparaba para eyacular, como Mistress M solía hacer conmigo...
