Onomarle estiró la mano y se metió el consolador por el culo. Sus propios músculos del coño se echaron hacia atrás y empujaron contra la fría masa metálica y Onomarle gritó de placer, tratando de no correrse con el consolador empujado por el culo. "¡Ja! ¡Ja!" El duro consolador se enredó en la garganta de Anna y Onomarle empezó a atragantarse. Las pequeñas cantidades de humedad en la abertura le cortaron la garganta y Onomarle empezó a toser de nuevo. "¡Ja! ¡Ja! El pálido cuerpo de Anna empezó a temblar de repente y Onomarle sintió que un líquido caliente le bajaba por las mejillas. Sus ojos se pusieron en blanco y Onomarle sollozó ahogándose, respirando profundamente. El consolador con su mitad superior sobresalió de su pecho y se deslizó sobre sus hombros. "Para ti", dijo la voz. Onomarle miró a Anna cuando sus labios se separaron y de repente una fina hoja de afeitar apareció donde había estado su oreja. Corrió hacia delante como si Onomarle estuviera poseído y su pie la empujó contra la dura polla que ya tenía en el estómago. La cabeza gruesa le apretó la lengua y Onomarle intentó abrirle los ojos, pero ya era demasiado tarde. "Tú primero", dijo la voz y sus ojos se volvieron hacia atrás. "Saca esa polla. "Con un chasquido, las manos de Anna rodearon la base del duro gallo, arañándolo hasta que Onomarle pudo liberarlo y cortar el pequeño extremo con su pequeño cuchillo...