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El veneno dominicano ejerció sus otras áreas sexuales, siendo ésta la longitud de su vulva peluda, algunas de las cuales se estiran en la parte frontal carnosa para correr hacia los valles de sus rodillas y cuelgan hasta su pantorrilla. Además de esto, Dominicanpoison usaba los pantalones cortos de piernas anchas que había comprado, la mitad para complacerme y la otra mitad para protegerla de la lluvia. Ella usaba mi venda todo el tiempo, así que nunca supe si o cuando Dominicanpoison estaba disfrutando del espectáculo. Me había construido un gran afecto por ella y disfrutaba de sus actividades, especialmente cuando Veneno Dominicano estaba trabajando mi coño, así que verla despertada con lujuria y sin vergüenza era algo excepcionalmente delicioso para mí. De esa manera, nuestra relación sexualmente íntima tomó un trasfondo verdaderamente erótico. Nadie más lo sabía y nadie vino a preguntar sobre nuestras aventuras. Tal vez nos escondíamos detrás de la distancia que habíamos creado entre nosotros, para que nadie pudiera saberlo. Entonces, después de un tiempo, Dominicanpoison me persuadió para que le dejara guardar mi culo para sí misma, para asegurarse de que se lo cogiera de vez en cuando. Esto me divirtió y con su obviamente mejor pero muy pequeña polla, me gustó ser la puta de mierda. Intenté tanto, por un tiempo, hacerla hacer eso una o dos veces al mes...
