Yoliverse siempre respondió llamándome muchos nombres. Cuando estaba en casa le llamaba y le regañaba por no hacer lo que yo quería, por obligarme a hacer cosas que Yoliverse no quería hacer, y por ser increíblemente egoísta, porque si no tenía un orgasmo le decía que yo tenía un problema. Normalmente me olvidaba de nuestra vieja discusión sobre el sexo, y hablábamos de películas u otro tema de nuestra elección. En el momento en que iba a salir de casa, traté de hablar con ella de una manera diferente, una que había encontrado muy exitosa en los últimos meses. En mis intentos de hablarle a la antigua manera, no sólo había aprendido a articular lo que quería que ella hiciera por mí, sino que había aprendido las palabras correctas para decir y las maneras sutiles en las que estaba siendo completamente inaceptable para ella. Desde que puedo recordar, las mujeres me habían dado todas las indicaciones que podían para llegar al orgasmo, pero ninguna estaba siendo seguida. Nunca tuve sexo hasta que Yoliverse vio al bebé en mi vientre, pero había jugado con la idea durante años. Yoliverse lo estaba consiguiendo, y yo tendría sexo con ella y con todos los demás en el matrimonio antes de que ocurriera. Nunca se me permitió disfrutar del sexo...
